Entrevista Andrés Armstrong, Director Ejecutivo del Comité de Arándanos de Chile

“Ya se empieza a expresar en volumen esa renovación varietal de la que tanto se habla en el mundo”

Andrés Armstrong, director ejecutivo del Comité de Arándanos de Chile.

En un escenario global cada vez más desafiante, donde competir no sólo implica producir más, sino hacerlo mejor, Chile cerró su temporada 2024-2025 con una señal clara de resiliencia: más de 91 mil toneladas de arándano fresco exportados y un alza del 5% respecto al ciclo anterior. No es solo una cifra, es el reflejo de una industria que apuesta por la calidad, por la renovación varietal y por llegar a tiempo a los mercados. Andrés Armstrong, director ejecutivo del Comité de Arándanos de Chile, comparte en esta entrevista su mirada sobre los avances, los retos logísticos, la presión de nuevos actores globales y cómo el país busca sostener su liderazgo a través de estrategia, adaptación y visión de futuro.

¿Cómo evalúa el cierre de la temporada, en relación con las expectativas, considerando el aumento del 5%, y el papel de los volúmenes y su competitividad en la industria?

Lo que destaca esta última temporada, es que el crecimiento de las nuevas variedades fue mayor que en temporadas anteriores. Ya se empieza a expresar en volumen esa renovación varietal de la que tanto se habla en el mundo, y en particular en Chile. Lo más positivo de esta temporada fue el aumento del 5%, que se explica básicamente por un crecimiento del 50% en las variedades nuevas, que pasaron de representar el 15% de las exportaciones la temporada pasada, al 22%. Eso es lo destacable y marca la noticia. Porque, en general, la industria está muy asociada a los volúmenes, pero hace un rato que Chile viene adecuando su oferta ante el nuevo escenario competitivo, que significa que hoy tenemos mucha más competencia de la que teníamos años atrás. Estas bajas de volúmenes que hemos experimentado desde Chile en las exportaciones de arándano fresco tienen que ver con el hecho de dejar afuera algunas variedades que ya no son competitivas, que no tienen la capacidad de llegar bien, y que, frente a la nueva oferta, no tienen muchas posibilidades. Por eso, nosotros no hemos visto con malos ojos este ajuste a la baja en los volúmenes, porque hemos ido mejorando nuestro mix y nuestra oferta de cara a los mercados.

¿Y qué desafíos dejó?

Nos enfrentamos con una temporada donde hubo mucho crecimiento de varias especies. Particularmente las cerezas en Chile, que aumentaron sus exportaciones en más del 51%, y también los arándanos peruanos, que crecieron cerca del 40%. Eso recargó bastante el sistema logístico y la disponibilidad de contenedores. A eso se suman las dificultades que hemos tenido también con el SAG y la capacidad para realizar todas las inspecciones. Eso nos afectó, y hubo fruta que salió un poco más tarde de lo que debía, porque no está toda la capacidad de inspección disponible. Y esas son cosas que debemos abordar como industria: desde los productores, los exportadores, la asociación gremial y también desde el mundo público, para que en la próxima temporada podamos contar con una mejor logística interna. Porque no sacamos nada con tener las mejores variedades si no somos capaces de transportarlas en forma eficiente.

Chile ha sido un líder histórico en la exportación de agrándanos frescos, pero en el contexto del hemisferio sur apareció fuertemente Perú, y también Sudáfrica ha ganado presencia en algunos mercados como Europa. ¿Cómo se está posicionando Chile frente a los nuevos competidores?

No es sólo el hemisferio sur, porque también entra la producción de México, la producción de Marruecos, la de la zona sur de China, y no es que esté apareciendo Perú. La estimación de esta temporada de Perú son 400.000 toneladas, más de cuatro veces el volumen de Chile. Hay productores chilenos que están operando en Perú, que están en México, que están operando en Marruecos.

Lo que pasa es que, cuando esta industria no tenía las variedades con las que hoy se puede producir, había dos grandes peaks de oferta: uno en verano en el hemisferio norte, y otro en verano en el hemisferio sur, muy liderado por Chile. Entre medio, había poca disponibilidad de fruta, porque no existían las variedades que hoy permiten producir en esas ventanas. Entonces, tanto Chile como el resto de Estados Unidos —y también podríamos hablar de lo que pasa en Europa— fueron expandiendo sus capacidades productivas hacia la primavera y hacia el otoño. Y cuando aparecen estas nuevas variedades, que naturalmente se adaptan a esos espacios productivos, van desplazando no sólo a Chile, sino también a los productores norteamericanos. Entonces, ¿Chile ha ido perdiendo espacio? Sí, porque habíamos ocupado uno que, naturalmente, no nos correspondía, ya que no contábamos con el desarrollo tecnológico y las variedades que hoy existen. Entonces tanto en Chile como en Estados Unidos, los productores tienen una base productiva que proviene de años anteriores, con materiales genéticos más antiguos, que han tenido que ir renovándose. Y en ese proceso estamos. ¿Y cómo se posiciona Chile? Lo hace partiendo con la renovación de su base productiva, es decir, de sus variedades. Y nosotros como Asociación Gremial hemos promovido aquellas variedades que no se exporten como arándano fresco, porque no llegan bien y no compiten bien.

¿Qué impacto podría tener la política arancelaria anunciada por la administración Trump sobre el comercio de arándanos y la estrategia exportadora de Chile?

La medida principal —si es que esto llega a tener un impacto, y yo creo que lo va a tener por varias razones— es la diversificación de mercados. Si tú ves hoy día las importaciones de arándanos chilenos de la última temporada, un 43% fue a Estados Unidos, pero también un 43% fue a Europa. Otro 10 u 11% va a Asia. Y hay un porcentaje, todavía muy pequeño, que va a Latinoamérica y Medio Oriente. Entonces, más que el arancel mismo, lo que nos preocupa es la desaceleración económica global que esto puede provocar. El efecto no es sólo un 10% de arancel, sino la incertidumbre económica general. Es distinto cuando tú me dices que no es un 10%, sino un 140% —como está ocurriendo entre China y Estados Unidos- ¿cómo afecta eso a la economía de esos países? Ya estamos viendo señales: en Estados Unidos, por ejemplo, hay sectores que están sufriendo mucho, como el agrícola, que se ha visto impedido de exportar productos a China y está experimentando una baja en el consumo. Entonces, la real pregunta es qué impacto va a tener eso en la economía y en el consumidor, más allá del precio que pueda tener una tarifa sobre nuestro arándano.

¿Cómo ha evolucionado la posición de Chile en el mercado chino y qué impacto tuvo el incidente del Maersk Santoro en la última temporada?

Nuestra posición en China como arándanos ha ido bajando por varias razones. Ha habido mucha más competencia de la fruta peruana, de la propia fruta de los chinos y también de las cerezas chilenas, que ocupan un espacio bastante grande justo en el mismo momento en que llegan los arándanos chilenos. Entonces el evento puntual del Santoro no tuvo mayor impacto; ese barco no llevaba arándanos, así que no nos afectó directamente, no hubo que ajustar ningún incidente logístico. Entiendo que, en el caso de la cereza, obviamente es distinto. Pero sí hubo dificultades de disponibilidad de contenedores, congestión en puertos, demoras en embarques, marejadas y una serie de problemas incluso en las inspecciones que ralentizaron el proceso logístico de exportación.

¿Qué mensaje les entregaría hoy a los productores frente al escenario actual y los principales desafíos que enfrenta la industria para seguir siendo competitiva?

Partiría diciéndoles que el arándano sigue siendo una fruta en proceso de desarrollo y que los consumos per cápita mundiales aún son bajos, incluso en los mercados más desarrollados desde el punto de vista del consumo como Estados Unidos. Entonces, la oportunidad existe, pero es para la fruta que llega en condiciones óptimas, que es la que el consumidor está priorizando. La que no lo hace, no se paga bien, y eso no es sostenible. Ahora, ¿cómo hacemos eso? En parte, está en el trabajo en los campos. Hay variedades tradicionales que funcionan bien, que se han mantenido y que llegan bien. También hay variedades nuevas que abren otras oportunidades en términos de algunas características, como puede ser, por ejemplo, los calibres. Todo ese tipo de cosas, a nivel de campo y con las variedades, son oportunidades que los productores chilenos también están tomando. Eso sí, a una velocidad distinta, porque la situación climática de Chile no es la misma que la de países donde los requerimientos de frío son menores, los ciclos son más cortos y el recambio se da más rápido. Chile también lo está haciendo, pero necesita más tiempo.

Otro desafío que tenemos como industria que parte desde los productores, los exportadores, las asociaciones y también de las autoridades es de generar procesos logísticos que nos permitan llegar rápido. Estamos buscando alternativas. Hay muchos servicios logísticos interesados y que compiten entre sí para llevar la cereza —que es una temporada corta— en pocas semanas a un mercado. Eso lo pueden hacer las cerezas solas. En el caso del arándano, podemos juntarnos con otras especies para generar los volúmenes necesarios y establecer servicios mejores. Eso es lo que estamos trabajando de cara a la próxima temporada, junto con fortalecer nuestras capacidades internas para poder inspeccionar la fruta y que salga lo antes posible. Porque mientras más rápido llegue, mayores son las probabilidades de que llegue en buena condición y se pague bien.

02.05.2025

Contenido Exclusivo de IBO